top of page

Dios y las religiones

Valmore Amarís

 

 

 

Con el vocablo religión “hay mucha tela que cortar”. Es comprensible que así sea, ya que el contenido que subyace en la palabra es de bastante peso, por todo lo que representa para el ser humano.

 

La misma etimología de religión ha sido objeto de discusión a lo largo de los tiempos, y no existe certeza absoluta de su origen. El más aceptado es el que lo atribuye a la idea de “religar”, del verbo latino religare. Sin embargo, otras opiniones lo conectan con el también latino relegere, que significa “releer”.

 

No es la intención aquí explayarnos en el tema de la religión y su abrumadora presencia en la historia de la humanidad alrededor del mundo, aunque resulte sumamente atractivo hacerlo. Nuestro interés se centra más que nada en el hecho de la casi indisoluble asociación que, para el común de la gente, existe entre Dios y la religión. Nos referimos al hecho de que para cualquier paisano creer en Dios y rendirle culto es lo mismo que profesar una religión. Nosotros creemos conveniente examinar con mucho más detenimiento esta vinculación apriorística. Comencemos por hacer algunas precisiones.

 

Lo primero que debemos perfilar es ciertas connotaciones del termino religión.

 

Para un número inmenso de cristianas y cristianos del sector evangélico la voz religión es rechazada de plano, en tanto que es identificada con toda práctica espúrea de la fe en Dios. De manera que su uso para aplicarlo en la iglesia está prácticamente descartado.

 

Entonces es necesario dar a conocer que el término religión reviste también un sano sentido, que es completamente válido para el uso eclesial. Es decir, religión como expresión que hace referencia al cuerpo de doctrinas y valores espirituales que definen a una fe. Este es el uso que básicamente se le da en el campo de la teología académica.

 

Sirva de ejemplo, en cuanto a este uso saludable de la palabra religión, el caso que encontramos en Juan Calvino cuando publicó sus tratados de dogmática cristiana. Él llamó a su trabajo con el nombre de Institución de la Religión Cristiana. Pues bien, con mucha probabilidad encontramos en este título la intención de describir todo el componente doctrinal de la fe bíblica con una expresión común y totalizante, a saber: religión. Aquí, religión cristiana viene a ser equivalente a fe cristiana.

 

En una acepción más extensa y que apunta a la creencia en Dios o en dioses, o en fuerzas sobrenaturales, y aún en filosofías de vida con proyección a la trascendencia, encontramos el uso más corriente y universal del vocablo religión. Este otro caso, define a un fenómeno de naturaleza singularísima en el ser humano, presente prácticamente en todas las razas, culturas y pueblos desde que existe humanidad.

 

Religión es una intuición, discernimiento, sentimiento o percepción de un ser o entidad cuya realidad se encuentra más allá del mundo tangible, y que el humano lo reconoce como algo superior y a quien le debe reconocimiento, reverencia y tributo; como algo sagrado. Es de gran valor añadir que algunas de estas nociones de lo sagrado pretenden ser el producto de una revelación de la misma deidad, mientras que otras pudiéramos decir que son más bien resultado de un ejercicio de contemplación o de experiencias místicas.

 

Un intento de llegar a conocer además del número de religiones, cultos y ramificaciones de muchas de ellas, los pormenores de sus respectivas dinámicas se convierte en una tarea titánica; poco menos que imposible.

 

La religión vista de esta manera ha llamado la atención de modernas ciencias humanísticas, las cuales la han sometido a densas y diversas investigaciones y análisis desde distintos posicionamientos. Así tenemos los abundantes trabajos sobre religión en los campos de la filosofía, la antropología, la sociología, la psicología y las ciencias que estudian directamente los fenómenos religiosos.

 

Partiendo de este último ángulo, y al mismo tiempo tratando de profundizar en el asunto, podemos precisar la religión como la palabra que describe una actividad humana multidimensional, fundamentada en la absoluta conciencia que hay de la realidad del Ser Supremo, a quien en nuestra civilización contemporánea la gran mayoría llamamos Dios, y ante el cual se tienen decisivas e indiscutibles responsabilidades.

 

Es aquí donde entra en juego el meollo de la distinción entre religión y Dios, desde el punto de vista de la fe cristiana.

 

Para comenzar, la fe cristiana parte de unas premisas completamente opuestas a lo fundamental de la religión. La religión representa el deseo humano de entrar en contacto con la divinidad, y esto comprende muy variadas aspiraciones: obtener su favor, apaciguar su ira, conseguir su perdón, alcanzar la eternidad, etc. La religión sería el hombre buscando a Dios con el fin de hallar satisfacción a una intensa necesidad existencial.

 

En oposición, el mensaje cristiano indica que la fe que accede a la real comunión con lo divino proviene de Dios mismo. Es Dios quien ha tomado la iniciativa de buscar al ser humano. En teología se conoce a esta acción divina como revelación. Dios se “revela” cuando da a conocer de su naturaleza, de su voluntad, de sus propósitos, ya que el Dios de la Biblia es un Dios personal que busca entrar en relación con sus criaturas.

 

Ya habíamos dicho que en las Escrituras se da testimonio de que la realidad y majestad del Creador y Sustentador de la existencia queda en evidencia en la creación misma; pero, más allá aún, a través del testimonio de la historia de la salvación. Esto es, en el hacer partícipe a hombres y mujeres de todo tiempo y lugar del conocimiento de su plan para con su creación. Veamos algunos textos bíblicos ilustrativos:

 

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” (Salmos 19:1 RVR1960)

 

“Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la *derecha de la Majestad en las alturas.” (Hebreos 1:1-3 NVI)

 

En estos escritos, por ejemplo, queda corroborada la afirmación acerca del Dios personal que se revela. En el primero se nos recuerda que Dios nos habla a través de su creación, mientras que en el segundo, se hace explícito el conocimiento del proyecto de Dios a través de su Hijo. El primero es revelación natural, el segundo es revelación proposicional. La revelación natural debe impulsar al humano a rendir honra al Creador, y puede decirse que en ello está el origen de la religión. Pero, la revelación proposicional hace explícito el carácter y naturaleza de Dios, su señorío y su voluntad. Por otro lado, también logra exhibir la condición humana, en cuanto al bien y al mal, y al papel que le corresponde jugar dentro del proyecto divino.

 

También encontramos un texto contundente, escrito por el apóstol Pablo, que creemos que arroja muchísima luz tocante a la esencia de la religión, como en mayor o menor grado se  ha ido desarrollando en los siglos:

 

“Pero Dios muestra su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y perversos, que detienen la verdad con su perversión. Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios. Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión. Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios. Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de cuatro patas y de reptiles. Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí. Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de eterna alabanza! Amén." (Romanos 1:18-15 NTV)

 

Aquí se nos dice que la verdad del ser de Dios es tan palpable en todo el universo que por ello es digno de ser adorado. Deducimos del pasaje bíblico, que esto es el germen de la religión: el deseo innato en el humano de ensalzar a Aquel o a aquello sobrecogedoramente e infinitamente grandioso. Pero el hecho religioso se ha visto trastornado por la insensatez humana: la gloria que corresponde a Dios el Creador ha sido trasladada a su creación. Esto se conoce como idolatría (rendir servicio a lo que se ve). Y son muchas las formas de idolatrías. Desde las más toscas hasta las más sutiles. La consecuencia de este fenómeno de perversión de la adoración es que el ser humano se pierde en el mar de la confusión y el extravío espiritual y mental. En lugar de que el humano se deje guiar por la luz que representa el deseo de Dios, plasmado en su proyecto de humanidad por medio de Cristo Jesús, inventa sus propios caminos en la búsqueda de saciar su necesidad existencial por un sentido a  la vida.

 

En otro texto leemos: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente. Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero. Porque a Dios le agradó habitar en Él con toda su plenitud y, por medio de Él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz." (Colosenses 1:15-20 NVI)

 

Encontramos en tan magníficas afirmaciones pistas extraordinarias del proyecto histórico de Dios. El discurso cristiano exhibe la imagen del Dios que actúa en conformidad con un plan que, obviamente, conduce a un destino. Él humano aparece como objeto y a la vez sujeto del accionar divino. Aquí no se trata de que una persona anda tanteando en un cuarto oscuro para que el tacto le indique el tamaño, la forma y la textura de los objetos que se encuentren allí (si es que hay algo) y así moverse sin tropezar. Esta sería más bien la imagen que escenifica el papel de la religión.

 

Muy contrariamente, observamos que la palabra de Jesús y la palabra apostólica encaminan hacia otro rumbo. Aquí la certidumbre es total, y se recibe por fe. No hay forma de conocer al Eterno e Infinito sino por persuadirnos de la veracidad de su revelación. Le llegamos a conocer no porque tanteando y tanteando nos hacemos una idea, sino porque Él se nos ha mostrado en la Persona y el testimonio de Jesús.

 

¿Qué nos dice todo esto? Que la religión es un anhelo humano por lo divino que se hace perceptible a través de representaciones cúlticas, rituales y símbolos. Pero, en el extremo opuesto, la fe bíblica acrisolada en la Persona y obra de Jesús, entraña que la relación con Dios supera el culto externo y las fórmulas memorísticas, y lo que se trata es de aprehender y obedecer la revelación de Dios. En palabras sencillas: creerle a Dios lo que nos ha manifestado, y que de este modo se establezca una relación conciente entre la criatura humana con su Creador. La práctica religiosa en muchos de los casos no pasa de ser un hecho cultural, folclórico, propio de un tradición étnica o familiar; es motivada por el jolgorio de una festividad o el pretexto para un divertimento social. En el peor de los casos la impulsa el miedo y la superchería. La auténtica fe bíblica jesucristiana es conciencia, restauración mental y espiritual, dinámica transformadora en constante movimiento, desarrollo humano tanto en lo personal como en lo colectivo, conducta crítica y autocrítica, vida discipular.

 

Una cosa es la religión como acto de devoción externa, que bien pudiera estar animado por la reverencia al Ser Supremo, pero que permanece en la forma, y otra cosa es el espíritu religioso que tiene como matriz una espiritualidad comprometida consigo misma, ante Dios. Estamos persuadidos de la afirmación que Dios no depende de la religión. Si se diese el hipotético caso de que cesara todo vestigio de práctica religiosa, si por un extraño fenómeno las instituciones religiosas que se han ido conformanado con el paso de los siglos llegasen a desaparecer, Dios seguiría siendo el mismo. La necesidad humana por Dios permanecería incólume. Dios es Dios.

 

Podemos seguir usando la palabra religión para referirnos a los asuntos divinos, sin embargo lo que Dios implica para la vida y para la existencia universal va muchísimo más allá. Dios es espiritualidad en su acepción más intensa y profunda. Dios es el sentido final de todo cuanto hay, ante lo cual podemos "hacernos los desentendidos" o asirnos de éllo definitivamente. La práctica religiosa no es dañina en sí misma siempre y cuando este nutrida de una genuina espiritualidad: la espiritualidad que no hace del acto religioso un fin en sí mismo.

 

Somos del parecer que la misma fe de Jesús en gran medida ha sido transformada en una religión ajena a su verdadera esencia. En ese sentido corren paralelamente por lo menos un par de "cristianismos". Por un lado el que queremos denominar el cristianismo religioso. Este es el cristianismo que se queda en el rito y el símbolo, en la liturgia elaborada y en el cánon. El que enfatiza la postura hierática y sacramentalista. Jesús es percibido como el "fundador" de la "cristiandad", y al que se le conoce a través del credo. Pero creemos en "otro cristianismo" que va mucho más allá del ritual y se compremete con la Palabra de Jesús para situarse como proyecto de vida. Esta es la fe que pone en relieve al Cristo resucitado y viviente, y asume esa misma fe en Jesús como sentido total de la vida y clave hermenéutica para enfrentar los retos, exigencias y misterios de la existencia.

 

Es por esta misma causa que desde aquí llamamos la atención a una eventual dicotomía, a nivel de nuestra confesión protestante, entre lo que nos permitimos llamar la "religión" presbiteriana versus la espiritualidad reformada. Pero de esto hablaremos en otro apartado.

LA REVELACION,  LA RELIGION Y LAS RELIGIONES

James L. Garret

 

El concepto de una autorrevelación divina que se expresa por medio de la creación y de la conciencia humana, deriva fácil  y naturalmente de  la pregunta de  si las diversas religiones practicadas por la gente que  compone la humanidad pueden identificarse en su esencia con tal revelación divina. Así, el tema de la revelación, la religión y las religiones  se desprende de la problemática de la revelación general.

 

l. ALGUNAS DEFINICIONES DEL TERMINO "RELIGION"

 

¿Cómo debemos entender la palabra "religión", cuya raíz latina sugiere la idea de "sujetar"? Existen numerosas definiciones del  término "religión",  y no es posible indagar sobre todas  aquí. Nos limitaremos a mencionar cinco.

 

En primer lugar, es posible definir a la religión como la relación de seres humanos a un Ser supremo. Esta  es una   definición teísta del término que no se puede aplicar estrictamente a las religiones que no tienen un  concepto de un 

Dios o de dioses.

 

En segundo lugar, se puede definir la religión como  la relación de seres humanos al objeto de su devoción suprema. Esta  es una  definición más  abarcadora que  la primera, según  la cual, por  ejemplo, el marxismo-leninismo se consideraría  una  religión, lo que no ocurriría según la primera definición.

 

En tercer lugar puede definirse la religión como "la respuesta de la totalidad del ser del hombre a la totalidad de la existencia". Tal definición subraya la participación total de los seres humanos en el compromiso religioso, pero también puede usarse para describir diversos tipos de panteísmo.

 

En cuarto lugar, la religión puede definirse como "un  complejo de fenómenos compenetrado por  símbolos y expresados en un credo-código-culto, y que  acompaña ... la experiencia de lo trascendente"

 

En quinto lugar, la  religión puede definirse como  "la actitud humana hacia  un  mundo del más allá, que se acepta incuestionablemente como realidad auténtica autorizada, y la relación con el cual se expresa  por medio  de un conjunto de mitos, ritos y comportamientos individuales y socíales". Tanto la cuarta como la quinta definición se concentran sobre las creencias, la ética y la adoración como lo característico  de la religión.

 

Cualquiera sea la definición de la religión que se utilice, debe reconocerse claramente que la religión es un fenómeno generalizado en la humanidad, quizá pudiera  hasta decirse que es un fenómeno universal.

 

II. EL ORIGEN  DE LA RELIGIÓN

 

No solamente los teólogos cristianos han llevado a cabo el estudio del origen de la religión. También filósofos modernos, sociólogos, psicólogos y estudiosos de la religiones comparadas han participado en este campo, exponiendo teorías diversas y variadas sobre al origen de este fenómeno. El marco de la teología sistemática cristiana no permite un tratamiento detallado de tantas teorías. Hendrik  Kraemer, quien las analizó cuidadosa  y específicamente, las dividió en:  (a) Teorías naturalistas o inmanentes, que no aceptan la existencia de un factor transhumano en el origen de la religión; (b) teorías filosóficas de diversos tipos y (e) teorías teológicas, ejemplos de las cuales se extienden  a lo largo de la historia cristiana, desde Justino  Mártir hasta el Concilio Vaticano II. Las teorías naturalistas  son incompatibles con la revelación general. Las teorías teológicas pueden armonizarse sobre todo con la revelación  general.

 

III. LA CONFRONTACION DEL  CRISTIANISMO CON  LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS

 

Hoy en día existe una crisis importante  en la relación de la revelación cristiana con las religiones no cristianas. En 1938,  Hendrik Kraemer afirmó  que la crisis del siglo XX consistía en una  "crisis occidental",  precipitada por el surgimiento del relativismo y del secularismo, y una crisis oriental", resultado de la penetración del Occidente en el Onente. "La Iglesia Cristiana en Occidente y en Oriente, a pesar de la diferencia de trasfondo y de historia, se ve confrontada con el mismo dilema fundamental, es decir, con el problema de su relación con el mundo en toda su complejidad, y se encuentra  ante el mismo peligro:  Resolver el problema del modo equivocado."

 

En 1956, Kraemer subrayó aun más marcadamente la inevitabilidad de un encuentro  profundo de la fe cristiana con la religión y las religiones, debido a:  (a) La naturaleza  del mensaje bíblico; (b) la interdependencia sin precedentes entre todas partes del mundo  y el reconocimiento  de la realidad  del pluralismo  religioso; y (c) el carácter misionero de la iglesia cristiana. Ahora, "por la primera  vez desde la victoria de Constantino en el ano 312 de nuestra era, con todas sus consecuencias, la iglesia cristiana se halla en cammo hacia un encuentro real y espiritual con las grandes religiones no cristianas".

 

En el último tercio del siglo esta confrontación se ha hecho mucho más evidente. Además de los factores citados por Kraemer, otros acontecimientos han intensificado  la  confrontación. Hoy  el  Oriente está  penetrando el Occidente, y musulmanes, budistas,  hindúes, sikhs y otros están emigrando a las naciones occidentales.  Por otra parte, las religiones no cristianas ya están enviando sus representantes (misioneros) a las naciones  occidentales. Esta realidad está  poniendo a prueba el compromiso de los cristianos de Occidente con el principio  de libertad religiosa  para todos. A un nivel aun más  elemental, la intensidad de la confrontación hace indispensable una nueva teología cristiana de las religiones.

 

IV. LA EVALUACION DE LAS PRETENSIONES DE LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS DE POSEER UNA AUTENTICA REVELACION DE DIOS

 

Para poder investigar la posible conexión entre las religiones no cristianas y la revelación divina, es necesario que intentemos determinar si estas religiones realmente dicen encarnar o comunicar una revelación divina, y si es asi, que evaluemos  tales  afirmaciones.  A continuación  examinaremos  los esfuerzos de dos teólogos protestantes  del siglo XX para responder  al desafío de las religiones no cristianas.

 

A. JOHN MACQUARRlE: LA VIA DE ACCESO CLASIFICATORIA 

 

Macquarrie sostuvo que las variaciones en las religiones se deben a por lo menos tres factores: (a) "Variaciones a nivel simbólico"; (b) variaciones en "la psicología  del  individuo o  del  grupo"; y  (c) "variaciones  en  la  autorrevelación del Ser". Intentó clasificar las diversas religiones de acuerdo con sus tipologías distintivas, afirmando que esto debe llevarse a cabo "sobre un fundamento lógico", aplicarse consecuentemente  y desarrollarse desde una perspectiva  específica. Según Macquarrie, su propia perspectiva  era "la cristiana". El siguiente cuadro, que ha sido reproducido de su libro casi en su totalidad, servirá para clarificar la clasificación de las religiones de Macquarrie:

 

CONTRASTES  TIPICOS 

 

                                                        Inmanente                       Trascendental

                                                        Intemporal                       Escatológico

                                                        Quietista                         Activista

                                                        Impersonal                       Personal

                                                        Místico                            Racional

 

Caso  limitante:

Fetichismo ("poder numinoso vagamente  difuso"),

 

Serie inmanente

Tipo  4: Animismo

(el ser inmanente en los seres).

Ejemplo: Religiones primitivas

 

Tipo 3:  Politeísmo

(eterno retorno sin sentido histórico alguno)

Ejemplos: Rig Beda, Egipto, Grecia

 

Tipo 2:  Panteísmo   elevado; misticismo     

(el cambio  y la multiplicidad entendidos como  ilusiones)

Ejemplos: sectores del hinduismo; taoísmo

 

Tipo 1:  Orden  cósmico

(sin un  Dios  personal; con un  orden   cíclico impersonal).

Ejemplos: Budismo hínayana, taoísmo, estoicismo

 

Caso  limitante:   Ateísmo

 

Serie  trascendente

 

Tipo  4:  Deísmo

Ejemplos: Confucianismo,

Deísmo en los siglos  XVII y XVIII

 

Tipo 3:  Dualismo. Ejemplos: Zoroastrismo, gnosticismo, maniqueismo

 

Tipo 2: Soberanidad o poder (monoteísmo más severo). Ejemplo: Islam

 

Tipo 1:  Monoteísmo                      .

Ejemplos: La religión del Antiguo Testamento, judaísmo

 

Teísmo existencial ontológico

Ejemplos: Cristianismo (doctrina de la encarnación); budismo mahayana  (?)

 

Según  Macquarrie, la principal  característica  que distingue a las religiones no cristianas entre sí es la tendencia de la religión hacia la trascendencia o hacia la inmanencia. De su análisis de variaciones se trasluce que  Macquarrie acepta la posibilidad de la autorrevelación del  Ser en las religiones no cristianas.

 

B. EMIL BRUNNER: LA VIA DE ACCESO EVALUATIVA

 

En el análisis de Brunner de la religiones no se trata tanto de clasificarlas según sus  tipologías, sino de evaluar sus pretensiones de poseer una  revelación en vistas a la revelación de Dios en Jesucristo. Comenzó por las religiones primitivas.

 

"Cada religión, por más primitiva que sea, tiene algunos  vestigios de la idea de la revelación ...  Pero nadie considera seriamente que alguna de las religiones primitivas pueda afirmar que posee una revelación auténtica que se compare con lo  que afirma ser la revelación  cristiana...  Aun las religiones más primitivas mantienen un intercambio con los poderes divinos, y presuponen  así que tales poderes, de una manera u otra, se manifiestan y pueden ser conocidos."

 

Sin embargo, estas  religiones no tendrían "conciencia alguna de algo  que posea validez universal. Tampoco puede combinarse una multiplicidad de poderes divinos con un sentido  estricto de la verdad. Estas religiones no tienen ningún vestigio de una verdad universal, ni de un vínculo que sea santo y valedero para todos los hombres en todas las épocas, ni tampoco de un Ser divino eterno, ni de una  voluntad  eterna  de Dios."

 

Brunner citó favorablemente la posición de Juan Calvino en el sentido de que el sensus numinis deriva de la revelación general.

 

Brunner pasó entonces a analizar las religiones más sofisticadas de la antigua Grecia y de la India moderna. Estas, concluía, no personifican "revelación alguna  que pudiese hacerle competencia a las afirmaciones de la revelación cristiana. El elemento que distingue a estas religiones de las formas primitivas de la religión no es algo esencialmente religioso, sino un elemento racional o cultural. El sentimiento religioso y la imaginación religiosa se ven refrenados y purificados aquí por la razón política, legal, social, moral  y científica...  No hay aquí vestigio alguno de una revelación que posea una validez uniforme  y universal."

 

Dejando de lado  las religiones nacionales o étnicas como el confucianismo y el sintoísmo, Brunner se dirigió entonces a las formas sofisticadas del misticismo y el budismo, que  él consideraba el límite entre las religiones menores y las religiones que explícitamente afirman poseer una revelación. Por  medio de la "instrucción esotérica", el misticismo más sofisticado inicia a sus adherentes en "cómo encarar el misterio divino correctamente", sosteniendo que posee una revelación divina con respecto "al camino hacia la experiencia de la revelación divina, hacia al resultado  de esa experiencia".

 

"El camino hacia la experiencia mística es... descrito con exactitud, pero al igual que la revelación en sí, es inexpresable. Así, a diferencia del  profeta o del apóstol, el místico no puede proclamar la validez de una revelación que ha tomado  lugar... El  mensaje del místico no exige la entrega del corazón y de la vida de la persona en cuestión; tampoco puede el místico reivindicar a la persona para la revelación en sí: todo lo que puede hacer es señalar el camino, abierto a todos, hacia la  experiencia de la  revelacíón."

 

Según el budismo hinayana, ni  Buda (557-477 a. de,J.C.) ni el budismo original dijeron haber "recibido una revelación divina. La "iluminación" (del  Buda), sin embargo, es interpretada como un hecho de carácter sobrenatural, como una experiencia mística por medio de la cual él recibió la verdad última sobre la naturaleza del mundo, la razón del sufrimiento  y la posibilidad de evitarlo". Para  Brunner, la iluminación  del Buda  puede ser descrita como  "una intuición sobrenatural, pero no  como  revelación, pues aquí no hay un sujeto comunicador y autbrrevelador, ni se cree en ni se experimenta la  presencia de un Dios revelador".  

 

Según el budismo mahayana, el Buda es un salvador o liberador, no solamente un  maestro o iluminado. Los budistas deben invocar el nombre de Amita Buda "confiadamente". Sin embargo, "Amita Buda no es Dios,  el creador y señor, ni tampoco es alguien que revele en la  historia  la voluntad  de  Dios. Es una  figura  mítica, cuyo nombre proviene del nombre del Buda histórico, pero que aparte de eso no tiene nada que ver con él... Es un héroe religioso,  quien, después de haber entrado ya al nirvana, sintió compasión por el hombre, y sacrificó su propio deleite para poder ayudarlo. Pero su ayuda no consiste en el hecho de que por su medio el hombre comparta su verdad  divina oculta."

 

El  budismo mahayana comparte con el hinayana  "la  misma perspectiva impersonal", pero  en el mahayana "todo ha sido transformado de una vision pesimista que niega al  mundo, a una visión panteísta de la vida, que  afirma más la vida".

 

Brunner prosiguió entonces con el análisis de lo que él denominó las "religiones proféticas": El zoroastrismo, el islam  y el judaísmo. Aunque parece ser que Zoroastro (633-556 a. de J.C.) fue un profeta que hablaba en nombre del creador de los cielos y la tierra, comunicando sus enseñanzas, y que fue un precursor de un redentor victorioso, el zoroastrismo fue una religión ética sin promesa alguna de perdón y misericordia.  Es "el moralismo proyectado a la esfera de la metafísica". "En el sentido estricto de la palabra, aquí es imposible que se trate de la revelación" El "dualismo metafísico de los  principios del bien  y del mal" que caracteriza a esta religión hace que el dios bueno esté ligado al bien, pero "no es en sí mismo el principio que separa el bien del mal".

 

El islam mantiene clara y distintivamente "que posee una revelación de lo más  elevada. El Corán afirma ser un  libro de revelación divina". Que "el Corán  haya  sido  concedido al hombre es una manifestación de la bondad de Alá". Según Brunner, el Corán carece de "originalidad creativa", pues se constituye de elementos provenientes del Antiguo Testamento, del cristianismo y del paganismo árabe.  Sostiene que la "pretensión profética" del. islam "no parece justificarse de  modo alguno si se toma en cuenta el contenido de las  revelaciones". Habiendo rechazado la revelación en Jesucristo, Mahoma (570-632) "nunca se animó a afirmar que él mismo, en su propia persona, fuera  una revelación de Dios". La fe musulmana   "no  reconoce la revelación manifestada en una persona; es antes que nada y fundamentalmente una religión centrada en un libro". Además, es "una religión de la 'justificación por obras', 'moralista"', que  carece de "revelación alguna del misterio de la gracia" .

 

"Al igual que el islam, el judaísmo, en contraposición al Antiguo Testamento en sí, es una religión centrada en un libro; el libro sagrado es su revelación," Con Juan el Bautista, "el Antiguo Testamento llegó a su fin". "Por lo tanto, es incorrecto considerar al judaísmo simplemente como la continuación  de la religión revelada  del Antiguo Testamento. A raíz del rechazo de Jesús como el Mesías, la religión judía ha elegido una interpretación particular del Antiguo Testamento, es decir que Jesús no puede haber sido el Mesías."

 

Así, los judíos "rehúsan admitir que la revelación final se ha llevado a cabo", y reconocen "el  carácter provisorio de la revelación que han recíbido".

 

Brunner completó su  evaluación de las religiones tratando el "teísmo racional moralista", remontándose hasta Cicerón (106-43  a. de  J.C.), Lucio Anneo Séneca  (4 a. de J. C.-65) y Marco Aurelio (121-180   a. de J.C.) pasando por Herbert de  Cherbury y Emmanuel Kant, hasta  los teístas más recientes, cuya  característica más  distintiva sería "el  rechazo de la revelación 'positiva'  ",  "Este  teísmo, tanto  en su forma  antigua como en la moderna, es el producto último de un movimiento  de emancipación, de  alejamiento de las religiones  positivas del mundo antiguo y del  cristianismo." Ha sustituido la revelación salvífica por "la  ley moral". Carece de "poder redentor", y  es la "religión de la redención propia ...  de la burguesía complaciente consigo misma, de la razón humana autosuficiente". Por lo tanto no puede afirmar ser una auténtica revelación.

 

Debido a su método evaluativo, puede surgir la crítica de que Brunner permitió que  su propia perspectiva y compromiso cristianos rigiesen y determinasen todo el  proceso evaluativo, acusación que él probablemente no hubiera negado. Una evaluación de las religiones siempre se lleva a cabo desde una perspectiva, una  visión o un principio de fe particular. Esto se ve aun en el método de Macquarrie, pues  él presupone que el Ser último se manifiesta a sí mismo a través de las diversas religiones. Otros  que  parten del punto de vista de la historia de las religiones, aplican sus propias presuposiciones, que a menudo distan bastante de las presuposiciones  específicamente cristianas.

 

V.  LA REVELACION,  LA EXISTENCIA Y LAS AFIRMACIONES DE LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS

 

Algunas de las religiones mundiales, en especial las animistas, politeístas y místicas, no afirman clara o específicamente poseer una  autorrevelación de la deidad, aunque en algunos casos enseñen o dejen entrever un contacto con la realidad última. Las grandes religiones monoteístas (islam, judaísmo) sí afirman ser religiones que poseen una revelación divina, basándose especialmente en un libro sagrado. 

                                                                        .

Además, la  incidencia generalizada y casi universalizada de la religión entre los seres humanos parece estar relacionada con una verdad que trataremos más adelante: Que  las personas han sido creadas por Dios con la capacidad de relacionarse con él y que padecen bajo su propia falta de realización, hasta  que -como  dijo Agustín de Hipona- comienzan a relacionarse de la manera correcta con el Dios verdadero y viviente.

 

Edwin Luther Copeland (1916-    ) ha evaluado la conciencia religiosa humana de la siguiente manera: "No importando cómo pudo haber empezado la religión, desde el punto de vista  bíblico el hombre es religioso porque Dios lo creó para que tuviera comunión con él. La conciencia religiosa del hombre es parte de la imagen divina en la cual el hombre fue creado. Esta  conciencia religiosa aprehende la revelación de Dios como es revelada en la naturaleza, en la sociedad y en la vida interna del  individuo. Pero, como está distorsionada por el pecado, la conciencia religiosa del  hombre pervierte la verdad de  la revelación de Dios. De aquí, las muchas religiones, habiendo sido formadas por  la naturaleza caída del hombre, son al  mismo tiempo producto de la revelación divina y de  la perversidad humana  (Rom. 1:18-25). Esto  es verdad de  la religión donde quiera ésta  haya tenido su origen. De este modo, uno puede esperar encontrar en la religión elementos tanto  divinos como demoníacos, tanto  verdaderos como  falsos."

 

Sin adentrarnos siquiera en los paganismos más sofisticados y seculares, aun el paganismo idolátrico proporciona un testimonio indirecto del verdadero Dios como el objeto correcto de la adoración y la lealtad   humanas. Dios no se revela tomando la forma de los dioses de las diversas religiones no cristianas, pero la lealtad de los seres humanos hacia esos dioses indica que su  naturaleza fundamental consiste en  ser capaces de  adorar. Esa  adoración también deja traslucir la existencia del  autor de la humanidad  (ya sea la que adora o la que idolatra), quien es el verdadero receptor de la adoración y el servicio obediente de los seres humanos.

 

VI. LA RELACION DE LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS CON LA REVELACION CRISTIANA DE DIOS

 

¿Cómo deben entender los cristianos la relación entre las religiones no cristianas y la revelación cristiana de Dios? Se han propuesto diversas respuestas a esta pregunta; a continuación detallaremos brevemente las teorías citadas más frecuentemente.

 

A  LA TEORÍA  DE LA REALIZACIÓN

 

Según esta posición, la  revelación cristiana de Dios es una realización directa de "lo que es verdad y revelación en otras religiones". Un exponente importante  de este punto de vista  fue J. N. Farquhar (1861-1929), quien en The Crown of Hinduism  (La  corona   del  hinduismo) intentó mostrar cómo  los diversos estratos de la fe y de la práctica hindúes llegan a su verdadera realización en  Cristo  y en  la religión cristiana. Con todo, Farquhar "oscurece la profundidad y las  irreconciliables diferencias entre  el  cristianismo y el hinduismo", y "no parece ver que mucho del hinduismo no sería realizado, sino más  bien destruido y reemplazado si el hinduismo aceptara la fe cristiana". Hay un elemento de verdad en la teoría  de la realización, pero no debe olvidarse que existe también  en ella la dimensión del  juicio y del reemplazo.

 

B. LA TEORIA  DEL LOGOS

 

Según esta posición, la relación entre las religiones  no cristianas y la revelación cristiana de Dios puede entenderse por medio del  concepto   del Logos, es decir del Verbo (Palabra) preexistente e iluminador que  se menciona en el cuarto Evangelio (Juan 1:1, 9), que actúa en todos los lugares en los que no se ha predicado el evangelio. Esta  teoría, que se desarrolló en la época de los Padres de la iglesia, atribuye aquellos elementos de verdad contenidos en las religiones no cristianas a la  actividad del  Logos. Sin  embargo, la pregunta surge si el Logos también es responsable de las mentiras y tergiversaciones que existen en esas religiones. Obviamente, la  respuesta es negativa, pero debe encontrarse alguna otra explicación.

 

C. LA TEORIA  DE LA DISCONTINUIDAD

 

Según este punto de vista, no existe una "relación orgánica entre la revelación cristiana y las otras religiones" de los hombres, pues las religiones son el producto de  la humanidad y especialmente de  la conciencia religiosa del hombre. Por  consiguiente, las  prácticas religiosas comunes tales como la oración y los sacrificios se atribuyen a la conciencia religiosa humana y no a una "revelación común" de  Dios. La revelación cristiana, por tanto, estaría situada  "en una posición absolutamente única e independiente de otras".

 

Esta teoría sirve muy bien para resaltar la singularidad de la revelación cristiana, pero ¿responde  adecuadamente a la doctrina cristiana  de la revelación general?      

 

Cualquiera sea la teoría que adopten, o aun si no tienen ninguna teoría explícita, muchos cristianos posiblemente estén de acuerdo con Copeland cuando dice:

 

"Cualesquiera sean los vistazos fugaces que los hombres puedan  tener de la verdadera Luz y de la revelación original, ellos son, cuanto más, oscuros, lámparas débiles con llamas humeantes. La oscuridad, la cual ellas débilmente tratan  de alumbrar, puede  ser solamente  iluminada  por  la luz  brillante del "conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Cor.  4:6).

 

VII. LA BUSQUEDA DE UN COMUN DENOMINADOR, LA CRECIENTE TENDENCIA AL SINCRETISMO, Y EL DIALOGO ENTRE LAS RELIGIONES

 

El análisis del tema de la revelación y de las religiones conlleva necesariamente la consideración de la tendencia moderna y contemporánea hacia la interacción entre las grandes religiones mundiales, movimiento característico de nuestra época que hoy está afectando la teología cristiana. Tres variantes de esta búsqueda merecen la atención  de los teólogos cristianos.

 

A. LA BUSQUEDA DE UN DENOMINADOR COMUN QUE UNA A LAS RELIGIONES

 

Nicolás (Krebs) de Cusa (1401-64), en su obra De Pace Fidei (1453) propuso la unificación del judaísmo, el islam  y el cristianismo.  A partir de la era de la Ilustración y del deísmo, la nueva disciplina de las religiones comparadas ha tendido a estar marcada por un cierto relativismo religioso. Emil Brunner describió el fenómeno con las siguientes  palabras: "Todas las religiones contienen  un elemento de revelación, y ninguna religión  tiene el derecho de atribuirse el monopolio de la revelación." Mientras que los deístas postularon una "religión natural" sin revelación histórica, divorciada  de las religiones mundiales existentes, posteriormente, los estudiosos de las religiones comparadas buscaron un denominador común entre las religiones del mundo. Hablando como teólogo cristiano, F.D.E. Schleiermacher mantuvo que el fundamento de todas las religiones particulares es la piedad, es decir "la conciencia de ser absolutamente  dependiente". Conforme a esta posición, el cristianismo sería en relación con la religión lo que una especie es en relación con un género. Lo mismo podría decirse de cualquiera de las religiones. En el siglo XX, tanto el hinduismo védico como el baha'ísmo han enseñado que "todas las religiones son esencialmente  una", pero al mismo tiempo ambos pretenden que todas las otras religiones y sus adherentes  deberían "fusionarse" con ellos.

 

Contrariamente  a esta búsqueda del común denominador, Emil Brunner reafirmó la singularidad de la revelación cristiana. Sostuvo que "la verdad es exactamente opuesta" a lo que dice esta teoría. De hecho, "el elemento distintivo es lo esencial,  y lo que la fe cristiana pueda  tener en común con las 'otras religiones' no es esencial".

 

B.  LA TENDENCIA AL SINCRETISMO

 

En las últimas tres décadas se ha manifestado, por parte de pensadores confesadamente cristianos, una tendencia creciente a reconocer el carácter revelado y salvífico de las religiones no cristianas, como paso necesario para poder llevar a cabo el diálogo  con las otras religiones, y/o responder a las acuciantes necesidades de la humanidad. Algunas veces, esta tendencia  ha incluido la búsqueda  de un denominador común en las religiones aun cuando se negaba que el objetivo fuera  lograr un  sincretismo. A continuación describiremos tres ejemplos de esta tendencia.

 

1. El  llamamiento al  cristianismo para que deje de afirmar que es la única revelación de Dios (Arnold Toynbee)  (1889-1975) Toynbee hizo un llamamiento  a "todas las grandes  religiones vivientes" para que "empiecen a relacionarse  de un modo distinto frente a un temible adversario común": "El  culto al poder humano colectivo". Sugirió que el terreno común pudiera ser la naturaleza  humana egoísta". Toynbee aboga porque el cristianismo se purgue de su "creencia... tradicional de que el cristianismo es algo único", y "del sentimiento de exclusividad y la intolerancia que resulta de creer en la singularidad  del cristianismo". Argumentando en base al amor de Dios, el distinguido historiador sostiene que Dios tiene que haberse  dado  a conocer en varias revelaciones más allá de la revelación en Jesús. Afirma que "el exclusivismo es un estado pecaminoso", pues cae en el "pecado del orgullo"                        .

2. El llamamiento al reconocimiento cristiano de la revelación divina (y presumiblemente de la salvación) existentes en las religiones no cristianas (neohenoteísmo) (John Macquarrie)

 

Macquarrie, suponiendo que "en toda religión hay algo de conocimiento auténtico de Dios, de auténtica revelación, de auténtica gracia", rechazó "el punto de vista que dice que una religión es verdadera y todas las demás falsas". Más bien sostuvo que "uno puede comprometerse dentro de la propia comunidad de fe, usando los símbolos establecidos por esa comunidad, y, sin embargo, creer que para una persona  en otras circunstancias, el mismo Dios se revela en otra comunidad, simbolizado de manera  distinta, y que no hay nada  defectuoso o inadecuado en el trato de esa persona con Dios". Según Macquarrie, uno no debería "negar" que la revelación exista en otra religión, aunque alguien extraño a ella tampoco podría  "afirmar" tal cosa.  "La dificultad espiritual  de la humanidad hoy no puede  pensarse exclusivamente en términos  cristianos (o de cualquier  otra religión) en contraposición  al resto, sino más bien en relación con el contraste entre el conocimiento  de Dios y de la gracia del santo Ser por un lado, y el materialismo y positivismo por  el otro."

 

3. El  llamamiento a no  evangelizar a los adherentes de las grandes religiones no cristianas, basándose en el argumento de que pueden experimentar la gracia de Dios en y por medio de sus propias religiones (Paul J. Tillich) 

 

Tillich hizo un llamamiento  al "mutuo juicio" de las religiones que abriera el paso "a una evaluación justa de las religiones con las cuales  se tenga contacto". Estaba de acuerdo con la tendencia de no tratar de convertir a los judíos al cristianismo y expresó el deseo de que esta actitud  se extendiese a los musulmanes. Tillich instó a que el diálogo tomara el lugar de la conversión en la relación del cristianismo con las religiones  no cristianas.  El cristianismo debe superar "su propio particularismo" y "penetrar"  en su propia profundidad de manera que pierda su propia "importancia" a medida que los cristianos reciban la libertad de ver la presencia de Dios "en otras expresiones del sentido último de la existencia humana".

 

Es significativo notar que cada uno de estos tres pensadores, Toynbee, Tillich y Macquarrie, trazan la línea que separa la verdadera religión de la falsa, no usando categorías propias del cristianismo y de otras religiones o filosofías, sino más bien utilizando categorías derivadas de un postulado personal religioso-filosófico y puntos de vista que negarían u opacarían  esto. Para  Toynbee, la verdadera religión es una fe que sobrepasa "el culto al poder humano  colectivo". Para Tillich, la verdadera religión es aquella que expresa "el sentido último de la existencia del hombre". Para Macquarrie, la verdadera religión es "el conocimiento de Dios y de la gracia del santo Ser", en contraposición al "materialismo" y al "positivismo". En cada caso, la verdadera religión se define sin referencia alguna a Jesucristo. Tillich y Macquarrie tienen intereses ontológicos que hacen muy fácil que absoluticen el "Ser" o el "fundamento  del Ser" y que conecten la verdadera religión con tal realidad. Toynbee parece querer que una cultura mundial emergente, presumiblemente una cultura única, forme alianzas religiosas lo suficientemente fuertes como para resistirse al totalitarismo o a otros colectivismos. Aunque cada uno de los tres autores niegue específicamente que el sincretismo sea la entre todas las religiones, Tillich ruega al cristianismo que supere su "propio particularismo y  que los cristianos reconozcan la "presencia espiritual" vigente en las otras religiones, y Macquarrie enseña que "en toda religión hay alguna medida  de auténtico conocimiento de Dios, de auténtica revelación y de auténtica gracia".

 

C. DIALOGO ENTRE LAS RELIGIONES

 

1. El surgimiento y crecimiento del diálogo entre  las religiones

 

El diálogo formal entre líderes de las principales religiones mundiales es un fenómeno del siglo XX.  Entre los factores que posiblemente hayan  contribuido al surgimento de este diálogo podemos mencionar el Parlamento Mundial de las Religiones, en Chicago (1893); el informe de los laicos protestantes norteamericanos en 1932, titulado Reconsiderando las misiones; el resurgimiento del budismo; y la inmigración creciente de fieles de religiones no cristianas y no judías a las naciones occidentales. Para  los católicorromanos, el diálogo entre las religiones comenzó a partir de la adopción por el Concilio Va!icano II del decreto Nostra Aetate, que versaba sobre las religiones no cristianas y se lleva a cabo bajo el Secretariado para Religiones No Cristianas. A nivel protestante, este diálogo se ha llevado principal pero no exclusivamente a cabo a través del Consejo Mundial de Iglesias.

 

2. Tendencias actuales del diálogo entre las religiones

 

Con respecto al diálogo entre las religiones, debemos identificar y evaluar dos tendencias fundamentalmente diferentes.

 

a.  Según la primera tendencia; los participantes en el diálogo deben estar totalmente abiertos a las creencias o las percepciones de los otros participantes, dispuestos a reconocer la verdad en las religiones de los otros, preparados para ceder el caracter absoluto de la fe en Jesucristo, rayando  en un nuevo  sincretismo o en el intento de desarrollar una "teología  mundial". Entre los estudiosos de las religiones comparadas que abogan por y participan de esta tendencia podemos mencionar a Wilfred Cantwell Smith (1916-    , protestante, EE.UU. de A.), John Harwood Hick (1922-,  protestante, Gran Bretana)  y Paul Knitter (1939-,    católicoromano, EE.UU.  de A.).

 

b. Según la segunda tendencia, la participación en el diálogo se realiza a partir de la  "humanidad compartida" pero no sobre la base de una  "religiosidad compartida". El diálogo no tiene que ocurrir necesariamente  entre tradiciones religiosas completas, y, en el caso de los cristianos, debe basarse sobre el carácter absoluto de la persona de Jesucristo. La segunda  tendencia es la postura oficial del Consejo  Mundial  de Iglesias, aunque  existen puntos de vista divergentes dentro del Consejo.

 

La primera tendencia plantea serios problemas para la integridad de la fe y enseñanza cristianas. Es especialmente problemático en lo que a la doctrina de la persona y la obra de Jesús se refiere. También plantea problemas para el papel misionero de los cristianos actuales -si el diálogo ha de reemplazar el testimonio a los fieles de otras religiones- y para el reconocimiento futuro del carácter único de la revelación/salvación de Dios en Jesucristo, si  es que en un futuro  ha  de prevalecer un  relativismo  interreligioso. La segunda  tendencia no parece amenazar tanto  la integridad de la fe y de la enseñanza  cristianas, pero todavía no está totalmente claro cómo ha de relacionarse esta tendencia con el testimonio cristiano y con la actividad  misionera.                                                                                                           

3. El diálogo entre las religiones y la salvación en y por medio de las religiones no cristianas                                              

a. "Cristianos anónimos"

 

A partir de 1961,  Karl Rahner, un teólogo  católicorromano, abrazó el concepto del "cristiano anónimo". Según esta idea, aquellas personas que han sido adherentes de las religiones no cristianas pueden haber "recibido la gracia de Cristo afuera de la iglesia (cristiana)" "sin saberlo".  Las religiones no cristianas pueden  ayudar a que esas personas reciban la gracia, pero después que los pueblos reciben el cristianismo, sus tradiciones no cristianas han sido "en principio superadas".

 

b.  Las religiones  no cristianas como portadoras de la salvación  divina para sus adherentes

 

Hans Küng ha enseñado específicamente que cada una de las grandes religiones puede ser portadora o vehículo de la salvación divina, aunque contenga importantes errores. La Iglesia Cristiana es "el camino extraordinario de salvación" y las grandes religiones  son "el camino 'ordinario'  de salvación para la humanidad no cristiana".  De hecho, "cada persona debe encontrar su salvación dentro de su propia condición histórica. La expresión "dentro de su propia condición histórica" significa aquí: Dentro  de su medio  individual  y social, del cual no puede  simplemente escaparse y, finalmente, dentro de la religión que le es impuesta por la sociedad ... El hombre debe encontrar la salvación dentro de la religión que tiene a su disposición en su situación histórica. Por lo tanto,  es su derecho y su deber buscar a Dios dentro de esa religión, en la cual el Dios oculto ya lo ha encontrado. Esto es así hasta   que  sea  confrontado existencialmente con la revelación en Jesucristo."

 

"Cada religión mundial está bajo la gracia de Dios y puede ser un camino a la salvación, ya sea primitiva  o muy evolucionada, mitológica  o iluminada, mística o racional, teísta o no teísta, una religión verdadera  o una cuasi-religión. Toda religión puede en principio ser un camino a la salvación y esperamos que todas lo sean."

 

Las enseñanzas soteriológicas ya comunes en el diálogo entre  las religiones que  mantienen numerosos católicorromanos y protestantes de orientación ecuménica son contrarias a las enseñanzas  soteriológicas propuestas por los evangélicos conservadores en el pasado y en el presente. La situación actual hace que pese más sobre los evangélicos conservadores la responsabilidad de mantener una cristología elevada y basada en Cristo, articulando claramente su postura  frente a las religiones no cristianas.

 

VIII. LA DOCTRINA CRISTIANA DE LA REVELACION ESPECIAL EN RELACION CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS Y SUS ADHERENTES

 

Aunque  todavía no hemos tratado  en detalle la doctrina de la revelación especial, es necesario que toquemos  el tema si queremos  completar nuestro análisis de la revelación,  la religión y las religiones.

 

A. El cristianismo, comenzando  con los apóstoles,  ha afirmado que la revelación divina ha ocurrido de manera singular y suprema en Jesús de Nazaret, como  Mesías, Hijo  de Dios y Señor, y que esta revelación tiene un cierto carácter salvífico exclusivo. "A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Juan  1:18).  "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:16). "El que me ha visto, ha visto al Padre" (Juan 14:9c).  "El es la piedra rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza del ángulo. Y en ningún  otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:11,12).  Por cierto, Justino Mártir,  Ulrico Zwinglio y otros  enseñaron  que ciertos filósofos y sabios gnegos encontraron la salvación.  Pero la doctrina cristiana ha enfatizado que la salvación de Dios es por medio de Jesucristo.

 

B. Esta  afirmación cristiana no debe ser una manifestación de logros humanos y por consiguiente, tampoco un ejemplo de orgullo humano  o de estrechez, sino que apunta  a la glorificación de Dios en Jesucristo. Por decirlo en las palabras de J. E.  Lesslie Newbigin (1909- ): "Puesto que tenemos  un mensaje de juicio y de gracia para  toda la humanidad, un mensaje que viene de más allá de la muerte, podemos y debemos ir a todos los hombres, incluyendo aquellos cuyas actitudes éticas superan  las nuestras, contándoles del evangelio."                                                            

C. Las épocas de avance del cristianismo, desde  la época preconstantiniana hasta la época moderna, han estado marcadas por la convicción de que la revelación de Dios en Cristo es única y suficiente. La expansión no ha coincidido con tendencias sincretistas, con la búsqueda de un denominador común entre las religiones o con la idea de que otras religiones son verdaderas portadoras de salvación. El caballito de batalla del mensaje cristiano ha sido el carácter único y suficiente de Jesucristo. ¿Podemos renunciar a creer en el carácter único de la revelación cristiana sin distorsionar la enseñanza  y la práctica cristianas y sin perjudicar la práctica misionera de las iglesias?  ¿No será que debemos considerar  al sincretismo  y/ o al relativismo  como un "caballo de Troya"?

 

D. ¿No es posible y factible que tome vigencia un modus vivendi entre los cristianos y los fieles de las religiones no cristianas que incluya la cooperación en proyectos humanitarios e intentos de consolidar la paz mundial, pero sin que los cristianos renuncien al carácter único e indispensable  de la revelación y la redención en Jesucristo?

 

E. La proclamación del evangelio a toda persona, y a todos los pueblos,  y todas las naciones sigue siendo tarea de los cristianos y de la iglesia cristiana en el período entre el primer y el segundo  advenimientos  de Jesucristo (Mat. 23:14):

 

"La muerte y resurrección de Jesús constituyen un hecho que torna secundaria aun la existencia futura de la civilización humana. La convicción cristiana es que ese hecho debe ser anunciado a todo el mundo como el secreto de la reconciliación, en primer lugar entre el hombre y su Hacedor, y en segundo lugar entre el hombre y su prójimo."

 

_________________

 

James L. Garret, Teología Sistemática I, Casa Bautista de Publicaciones, Pags. 67-82. (Las notas de pied de página fueron suprimidas)

bottom of page